BásquetNacional

Amor puro: el público, Delfino, el Che y la Selección

Crónica de dos días muy especiales en Obras. Regresó la gente para ver al equipo nacional tras 645 días y se vivió un clima de fiesta. Carlitos y el head coach tuvieron mucho que ver. Leé y emocionate otra vez.

El tiempo y la música mantienen una justa relación: los intérpretes que se apeguen tan sólo a la moda tendrán probablemente un instante de éxito fugaz; mientras que aquellas sinfonías que logren una profunda conexión con sus oyentes, trascenderán su época. Este fin de semana, tras exactamente 645 días de la última presentación de nuestra Selección como local y con concurrencia de público, volvieron a escucharse las notas de aliento y alegría que tanto representan al básquet argentino.

“Queremos que vengan a acompañarnos, a alentarnos. Será muy importante para nosotros. Estamos con muchas ganas de jugar y estar con nuestros hinchas. Volver a vivir juntos en una cancha con la camiseta argentina puesta. Los esperamos”¸ Fueron las palabras del flamante nuevo entrenador en la víspera de lo que fue una fiesta. Y vaya si el Che tenía razón. El conjunto nacional jugó, corrió y gustó al ritmo de la ferviente multitud que colmó el pabellón de Obras Sanitarias para apoyar a la albiceleste en la renovada ilusión de cara al Mundial 2023 de Japón, Filipinas e Indonesia.

En la primera jornada, las estrofas del himno nacional decoraron los minutos previos al salto inicial y Néstor García las acompañó con lágrimas en sus ojos. Claro, si bien contaba con experiencias previas en el cuerpo técnico, era la primera vez en sus 33 años de profesión en la que afrontaba un partido como head coach de nuestra Selección. “En el caso mío, fueron muchos años afuera. Hoy escuché el himno desde mi lado, y sí, me emocioné. Venía hablando con Gonzalo (García) de que sentía algo muy adentro. Él me dijo que si tenía que llorar, que lo hiciera, que no habría problema”, confesó el entrenador. El DT de Boca y asistente del seleccionado estuvo en lo correcto. Qué problema habría en exteriorizar sentimientos tan fuertes como los que el bahiense vivenciaba en ese momento.

La hinchada argentina retribuyó con permanente algarabía en cada rincón del estadio. La comunión con el Che, así como con cada integrante del elenco nacional, fue evidente desde el principio. Y, dentro del rectángulo, el último exponente de la Generación Dorada que instaló a nuestro país entre las mayores potencias mundiales de este deporte aguardó paciente. Carlos Delfino levantó el oro olímpico en 2004 al borde de cumplir 22 años. Y el pasado viernes, con sus actuales 39, esperó el comienzo del encuentro con las ganas y ansiedad de un debutante más. «Siento ese mariposeo en el estómago como cuando tenía 18 años», admitió.

Cuando fue la pelota al aire, Argentina fue encontrando el nivel deseado de la mano del líder que voló desde Italia para calzarse su amada camiseta N° 10 luego de cinco largos años, cuando disputó los Juegos de Río. Con su eterna elegancia como bandera, Lancha comandó la actuación albiceleste con un rendimiento sobresaliente y una planilla de 21 puntos, 6 asistencias, 4 rebotes y 1 recupero en 25 minutos. Por supuesto, la gente disfrutó y ovacionó cada acción del ex-NBA, coronándolo con el infaltable “¡Delfiiiiino, Delfiiiiino, Delfiiiiino!”.

“Es para llorar. Estoy re contento. Ni en el mejor de los sueños pensaba que me iba a volver a poner esta camiseta, que iba a escuchar ese coro. Tengo un presente que me encanta en Italia, pero siempre miro para acá para ayudar. Estar de vuelta es único”, expresó un emocionado Carlitos. “La verdad es que estaba emocionado. Hoy era un debut para todos, por más de que yo haya estado antes en la Selección, o que Gonzalo (García) haya estado durante 13 años, o Carlitos (Delfino) y Mata que vuelven… Siempre es un debut en la Argentina, y más de local”, declaró Néstor, aún conmovido.

Además, un excelso juego de Pipi Barreiro, seguido por un campeón del Súper 20 como Nicolás Romano y asociado con un muy buen andar colectivo de la Selección, dejaron más que satisfecho al cuerpo de entrenadores que se estrenaba en un nuevo proceso. “Nosotros buscamos la ventaja permanentemente, trabajando cuarto tras cuarto por el ranking. Entonces, me voy contentísimo. Fue el debut, ganamos, conseguimos los puntos que deseábamos y a la gente la vi bien con el equipo”, opinó el Che una vez finalizados los 40 minutos, tras ver cómo se habían superado los 19 puntos de ventaja que se habían fijado como meta.

A la noche siguiente, se repitió el rival y también el apasionado ambiente que propiciaban tribunas y plateas repletas. Cinco cambios se dieron en la lista de 12 jugadores, por lo que todos los convocados a esta doble fecha de las Eliminatorias tuvieron participación. Esta vez, el ataque no fluyó de la mejor manera, pero el nivel defensivo argentino fue simplemente sofocante, al punto de permitir un reducido máximo de 12 unidades en el más goleador de los parciales paraguayos. El triunfo fue 82-43 y el mejor jugador del duelo resultó el experimentado Romano (18 puntos y 7 rebotes en 19 minutos). “Después de mucho tiempo, la Selección volvió a jugar con público y nosotros estamos súper contentos. Primero por estar acá, cada uno de nosotros, y luego por vestir esta camiseta y jugar con nuestra gente. Se armó una linda fiesta y esperemos que todos se hayan ido con una sonrisa”, reconoció el campeón de la última Liga Nacional con San Lorenzo.

Toda la delegación argentina, con cuerpo técnico incluido y también con los jugadores no listados para la última noche, se unió en el centro del parquet en un pogo de saltos, sonrisas y palmas al aire, secundado por la enorme cantidad de gente que se entregó hasta el último segundo con cantos y reconocimientos a los protagonistas. El Che abrazado a sus dirigidos. Delfino festejando como un pibe más. El equipo entero regocijándose y agradeciendo a su hinchada el cariño recibido. Cada espectador celebrando a la par de la Selección. Flashes que quedarán en la memoria de cada persona que asistió al recinto de Nuñez en este fin de semana de ensueño.

“El balance es positivo porque es la primera vez que estábamos todos juntos, más allá de que hemos estado en algún club o en otro, pero la mayoría de las combinaciones era por primera vez, y en sólo cinco días pedimos un par de cosas básicas que el equipo respetó», analizó el Che respecto al juego del equipo. «Una de las cosas más lindas que yo sentí es que la gente permanentemente nos apoyó. Se quedó hasta el final. Muchas veces cuando hay una ventaja muy grande de puntos la gente se empieza a ir antes, pero se quedaron todos. Los pibes aplaudiéndolos a ellos que se lo merecen, así que el balance y el inicio de este sueño, más favorable no puede ser», finalizó el Che su comentario. Y en simultáneo, la letra que bajaba de las butacas: “Que de la mano del Che García, toda la vuelta vamos a dar…”.

Al mismo tiempo, una pancarta podía leerse en manos de una simpatizante (ver foto galería): “Lancha, para vos, una foto más. Para nosotros, lo es todo”. Sin dudarlo, el renacido ídolo se acercó para devolver tanto amor capturando en esa fotografía el extraordinario lazo que sostiene con la familia del básquet argentino. “Creo que no me doy cuenta, después de todo lo que sufrí, lo que es estar de vuelta acá. Va a pasar el tiempo, y ahí recién voy a caer en lo privilegiado que soy y la oportunidad que tengo. Trato de vivirlo al máximo, exprimir cada momento, ser servicial y jugar con estos chicos que podrían ser un sobrino, un hijo o un hermano menor, y lo disfruto muchísimo. Es lindo jugar con ellos, porque te divierten, te dan empuje, fuego y energía”, contó con felicidad el alero del Pesaro italiano quien después del partido se quedó varios minutos sacándose fotos y firmando autógrafos como se pudo ver en los videos en las redes de la Confederación.

La impronta del nuevo cuerpo técnico se vio reflejada en un equipo conformado casi totalmente por nombres de la Liga Nacional (14 de 17), a los que se sumaron Delfino, Marcos Mata y Juan Fernández provenientes del exterior. Defensa agobiante, presión a campo completo, líneas de pase controladas, fuerte bloqueo al rebote, rápida transición al contraataque y pase extra para el mejor lanzamiento posible. La idea de Néstor García fue implementada de muy buena manera por sus dirigidos, y ambos resultados así lo demuestran. Tal vez el contrincante no era de los más fuertes, pero los partidos aún así deben ganarse, y la diferencia de puntos es fundamental en los objetivos planteados por el Che.

“El Templo del Rock es un lugar donde las sensaciones de la música y del básquetbol confluyen, se amalgaman y se hacen una. Cada rincón guarda una historia distinta, que recuerda algún recital o algún partido memorable”, se escribió alguna vez a la hora de describir todo lo que representa la estructura ubicada en la Avenida del Libertador. Desde su inauguración en 1978, miles de espectaculares músicos pasaron por allí para desplegar su repertorio. Y en esta ocasión, fue la orquesta del Che García, liderados artísticamente por el inoxidable Delfino, la que hizo vibrar y delirar a los miles de fanáticos que coparon el lugar. Dos noches perfectas, de cuerdas afinadas, acordes a tono y un fantástico coro alrededor de la banda argentina, marcaron la apertura de un largo recital que promete y mucho.

Fuente y fotos: Prensa Cabb

Mostrar Más

Artículos relacionados

Botón volver arriba